Desde que empecé en esto de las regatas creo que ya me ha
tocado correr en todos los sistemas de compensación que existen. A lo largo de
los años se han ido sucediendo, de una forma más o menos caprichosa, toda una
retahila de combinaciones de letras que identificaban a diferentes sistemas de
medición. Cada uno de esos sistemas era gestionado y promovido por un ente diferente
que cobraba religiosamente por cada certificado que se emitía. Como tiene que
ser.
Lo más curioso es que todos esos sistemas de medición se impusieron al sistema precedente
porque, en teoría, “eran mucho más justos”.
Después de siete u ocho saltos adelante mejorando la
ecuanimidad de los sistemas de medición, deberíamos haber alcanzado ya la
cúspide de la justicia en las regatas.
Sin embargo parece que no tenemos suficiente justicia para
la RFEV y nos pretenden imponer un enésimo cambio de sistema de medición.
De momento, lo que está muy claro que se va a conseguir es
que se van a tener que volver a medir un montón de barcos y que un montón aún
más grande de dinero va a cambiar de bolsillos para pagar medidores, grúas,
dinamómetros, etc.
Algunos podrán pensar que no es el mejor momento para
obligar a los armadores a hacer un esfuerzo económico si no es absolutamente
imprescindible. No les falta razón. Muchos se preguntarán si cambiar de reglas
de medición cada cuatro o cinco años es la mejor manera de apoyar nuestro
deporte.
Otros podrían decir que lo que hipotéticamente se gana en
justicia se pierde en transparencia porque
lo que nadie le puede negar al RI es que se trata de un sistema
absolutamente transparente en el que es fácil saber lo que nos costará cada
modificación que le hagamos al barco. Se ve que la transparencia no está de
moda en el mundillo federativo.
Finalmente está la aplicabilidad del sistema en las regatas
de club, que son las que mueven un mayor número de armadores y las que forjan
la cantera en este deporte. El sistema más justo del universo no nos sirve
absolutamente para nada si necesita cuatro oficiales de regata midiendo
intensidades de viento y cronometrando tramos de cada prueba dominguera porque,
con la que está cayendo, las alforjas de los clubes no están para pagar equipos
humanos de este calibre.
Finalmente, el RI tendría los fallos que tuviera pero era un
sistema hecho aquí. Y como todo lo hecho aquí, era mucho más fácil de modificar
y mejorar que cualquier sistema hecho y gestionado en otro país. Y de hecho se
ha venido mejorando cada año con las aportaciones de los técnicos y los
regatistas.
Pero aquí siempre nos tropezamos con ese complejo tan
español de que todo lo que viene de fuera es infinitamente mejor y contra una
idea tan arraigada desde hace generaciones es muy difícil luchar.
De momento lo que se ha conseguido es dividir las flotas y
jivarizar algunas regatas que antaño eran multitudinarias. Fomentar el deporte,
vaya.