martes, 5 de febrero de 2013

Piratas del Siglo XXI



Una de las situaciones más llamativa de la actualidad reciente es el reavivado conflicto que mantienen España e Inglaterra en el Peñón de Gibraltar.
Este año se cumplen los trescientos años desde que se firmó el infausto Tratado de Utrecht en Julio de 1713 y por el que España perdía Menorca, Cerdeña, Sicilia, Flandes, Nápoles y el Milanesado, a cambio del reconocimiento del Duque de Anjou como Rey de España por parte del resto de potencias europeas en detrimento del Archiduque Carlos de Austria.
Al margen de las enormes pérdidas territoriales que sufrió nuestro país, con dicho tratado nos apareció (dicho sea con el respeto que se pueda merecer) un grano en el culo llamado Peñón de Gibraltar.
En los siglos posteriores   a la firma del Tratado de Utrecht han sido muchos los litros de sangre derramada por marinos y soldados españoles e ingleses en la lucha por la soberanía del peñón, pero con la construcción europea y la eliminación de fronteras entre los estados miembros, parece que ese conflicto deja de tener sentido.
Pero es justamente ahora cuando a los ingleses (o a la mala copia de ellos que habita en el peñón) se les ocurre ampliar las ganancias que tuvieron con el Tratado de Utrecht, incluyendo algo que nunca les ha pertenecido, que son las aguas circundantes a la roca.
Algunos “malpensados” podrían decir que se trata de una cortina de humo para evitar que se hable de la absoluta liberalidad con la que el Reino Unido ha ido creando paraísos fiscales en sus colonias y excolonias.  De una u otra forma han conseguido que hasta la OCDE desmantele su lista de paraísos fiscales y con ella la coordinación internacional para la lucha contra el fraude fiscal.
Pero lo cierto es que los pescadores españoles que faenan en esas aguas para ganarse la vida tienen que enfrentarse diariamente con la chulería y la arrogante ilegalidad de las amenazas de las patrulleras gibraltareñas. Unas patrulleras que, a base de proteger a las planeadoras de los contrabandistas que operan y amarran con total impunidad, se han convertido en un eslabón más del contrabando más descarado que se puede contemplar en toda Europa.
Esos pescadores sólo cuentan con el apoyo de la Guardia Civil que, faltos a su vez del soporte decidido del Gobierno Español, se encuentran luchando en solitario por evitar que los piratas gibraltareños se apropien de las aguas españolas. Es sonrojante ver cómo nuestras autoridades les dejan con el culo al aire en cuanto las cosas se ponen difíciles y las fricciones suben de tono.
¿Y porqué escribir sobre este tema precisamente ahora, con la que está cayendo? Pues porque el lector puede tener la absoluta certeza de que los pescadores gaditanos y los Guardias Civiles destacados en las patrulleras no son los únicos perjudicados por la desidia e inactividad de nuestro gobierno. Muchos de los miles de millones que nos han robado los políticos corruptos de este país están en algunas de las 80.000 empresas gibraltareñas (para una población de 30.000 habitantes) o en cualesquiera otras radicadas en las Islas del Canal, en Malta, en las Islas Vírgenes…etc.
Y es que eso de la piratería se lleva en la sangre.

domingo, 3 de febrero de 2013

No estamos solos

No puedo dejar de colgar este video para que el mayor número de personas posible reflexione un poco sobre el trato que damos a los otros seres de este planeta.

Me ha venido a la cabeza una vez en que apareció un delfín jóven muerto en Ciutadella con un orificio  de bala en la cabeza. Ya en aquella ocasión pensé que debía de ser un auténtico hijo de su madre el que le descerrajase el tiro al pobre animal, pero después de ver éste video todavía me da más asco la actitud de muchas personas respecto a los delfines, las ballenas, las orcas y tantos y tantos otros animales acuáticos y terrestres.
Por otro lado no es de extrañar que una especie capaz de tratar con desprecio y crueldad al resto de especies, sea capaz del mismo modo de tratar con igual crueldad y desconsideración a los de su misma especie.
Los seres humanos están todavía muy lejos de lo que deberían ser en términos de liderazgo responsable de éste planeta. Lo malo es que, si no evolucionamos lo bastante rápido, cuando maduremos lo bastante quedará muy poco que preservar.