miércoles, 29 de junio de 2011

El club "más social"

Como decía el poeta: "Si naciste para martillo, del cielo te caen los clavos".
La verdad es que ha hecho falta poco para que se le vea claro el charol a la junta de nuestro club.
Hubo hace poco un campeonato de Baleares en el que los directivos se podían codear con los políticos y ponerse las corbatas. Como era de esperar no faltó ni uno.
Pero en cuanto se ha tratado de organizar una regata social para fomentar la participación de la mayor cantidad posible de embarcaciones de las que normalmente no acuden a las regatas, no ha habido nadie que dé el callo ni se preocupe lo más mínimo.
Se ve que "viste" mucho más sacar pecho organizando un campeonato de Baleares que el trabajar por el socio de base.
Ni siquiera se hizo el esfuerzo de pagar cuatro bolsas de patatas fritas. Se mandó un mail diciendo que cada participante se trajera su comida.
De esta manera pasó lo que tenía que pasar. Que no acudió ni el gato.
De 18 barcos que habitualmente corrían la regata social se ha pasado a 8. Y los comentarios de los que fueron no tienen desperdicio.
Luego dirán que si los pescadores habían reservado la barbacoa y que si eran fechas muy cercanas a Fiestas. Pero es que antes no había barbacoa, o sea que bastaba con montar un par de bombonas de butano y las planchas de un par de socios.
Y lo de las fiestas, cae por su propio peso. Simepre se ha hecho esta regata las semanas antes de Sant Joan y siempre ha habido una buena participación.
Lo que ha pasado este año es que se ha visto claro que el club sólo está para las actividades elitistas y que pueden reportar réditos de imagen, como los campeonatos de alto nivel y las cenas de "protagonistas". Pero cuando se trata de estimular a los socios de base no hay nadie que se arremangue.
El contraste de la organización de la regata social con los recursos destinados a organizar la excursión a la Illa del Rey y la opípara comilona en Es Pla es enorme.
Uno no puede evitar pensar que, si a nuestro club le salen tan bien las excursiones de jubilados y tan mal las regatas, habrá que ir hablando con el inserso para que nos organicen las regatas sociales. Y seguro que lo harán mejor.

viernes, 10 de junio de 2011

Pinceladas o brochazos

En ocasiones la conversación a pie de muelle deriva hacia temas que parece que no merecen un artículo en los periódicos o tan siquiera una entrada en el blog. Sin embargo tampoco es bueno que las inquietudes, aunque sean pequeñas, se queden en el tintero y no pasen más allá de una charla portuaria.
De modo que voy a dar unas cuantas pinceladas sobre temas que han ido surgiendo estos días y que unos y otros me han ido comentando.
Para empezar podríamos citar a una familia de navegantes ingleses que se sorprendieron mucho al fondear en la playa de Binibeca. Lanzaron el hierro respetando las boyas que delimitan la zona de baño y decidieron que podrían ir a un restaurante en tierra para cenar a gusto en algún restaurante.
La sorpresa vino cuando el vigilante de la playa les dijo que era imposible desembarcar y dejar el auxiliar en tierra mientras comían. Al explicarle al vigilante que su intención era comer juntos y no por turnos y que además pensaban gastar una buena cantidad de dinero, obtuvieron como respuesta que eso era cosa del ayuntamiento de Sant Lluís y que acudieran allí a quejarse.
De forma que volvieron a su barco y se tuvieron que comer lo que tenían abordo mientras un restaurante anónimo de la zona seguramente estará quejándose amargamente de lo dura que es la crisis que sufrimos.
Me parece que alguien en la administración no entiende muy bien en qué consiste eso del turismo náutico. Y si lo entiende, la situación es peor de lo que yo pensaba.
El mismo navegante inglés se sorprendía de que este año no haya boyas de fondeo en Fornells. Tanta campaña de concienciación sobre la importancia de la poseidonea oceánica y resulta que tras años de cuidarla como un bebé, ahora la dejamos a su suerte frente a cientos de anclas que la agreden cada día. O no está bien lo que se hace ahora o no estaba bien lo que se hacía antes, pero algo no cuadra en la política de protección de esta especie.
Si tan importante es su conservación, no se explica que ahora se deje de proteger arguyendo motivos presupuestarios.
La campaña de verano ya está más que empezada y cada día llegan más barcos buscando refugio a Fornells, pero el campo de boyas que esperaban encontrar no está y muchos, a sabiendas de que existe una reserva marina, no saben si tienen derecho o no a anclar, por lo que la confusión entre nuestros visitantes náuticos es notable.
Otro comentario que se me ha hecho es el del nivel de servicio de las instalaciones portuarias. Dos navegantes, esta vez franceses, me comentaban que no entienden cómo es posible que Ports de les Illes Balears, con todas sus banderas azules y todas las ISO 90xx y todas sus exigencias en las concesiones a terceros, tengan sus instalaciones sin agua corriente, como ocurre en Fornells. Hay unas torretas fenomenales con sus enchufes y sus grifos pero sin agua. Y parece que llevan algunos años así. Ya lo dice el refrán: "En casa del herrero..."
Otro apunte curioso es el que se me hace desde poniente. Hay quen se pregunta quién va a utilizar los amarres de la pasarela de madera que el club tuvo que desalojar para aumentar la seguridad de la maniobra de los ferrys. Ahora que los ferrys se han ido...¿Se devolverán a sus propietarios?¿Se hará correr la lista de espera?¿Se utilizarán para tránsito y así recaudar unos miles de euros adicionales?¿Se reservan para compromisos y amigotes varios? La respuesta en unas semanas.
Esto y muchas cosas más es lo que han dado de sí las últimas semanas de charlas en muelles, varaderos, pantalanes y oficinas. Seguramente que los próximos días podremos comentar más cosas.

jueves, 2 de junio de 2011

Agitado, no removido

Como diría 007 hace unos años, agitado está el interior del nuevo dique de Son Blanc. Mucho más agitado de lo que debiera estar para garantizar la seguridad de los barcos que atracan en él.
Estos días, con viento del norte y nordeste, la agitación de las aguas ha dificultado las maniobras de embarque y desembarque de manera notable en el nuevo puerto comercial.
Esta circunstancia ha hecho que muchos se preguntasen por la gran escollera que debía estar absorbiendo esa agitación a lo largo de la orilla Este del puerto.
Una escollera que estaba en el proyecto que Ferrovial se comprometió a ejecutar y que desapareció en una negociación un tanto opaca que tuvo lugar cuando la UTE concesionaria pidió más dinero y presionó llevándose a Bilbao la máquina de hacer cajones.
Una negociación en la que se "premió" a la concesionaria con un aumento en el presupuesto de las obras hasta el máximo que permitía la legalidad y para rebasar ese máximo se eliminó una parte de la ejecución sin rebajar proporcionalmente el importe de las facturas.
En definitiva: se les regaló la escollera que ahora le hace falta al puerto.
Alguno debe estar rezando para que el tiempo mejore y no se ponga tan descaradamente en evidencia que la escollera que falta es necesaria, porque ese razonamiento lleva a preguntarse el porqué no se llegó a ejecutar esa escollera y esa pregunta no tiene una respuesta cómoda para ciertas personas.
De manera que el puerto está agitado. Por un lado porque el agua se mueve en su interior y por otro porque quienes lo tienen que utilizar se están dando cuenta de que ciertos cargos políticos tienen que responder aún de actuaciones que tienen mucha traza de acabar delante de una toga.
Otro tema que hay que destacar es el hecho de que el dique se ha inaugurado con tantas prisas que no ha dado tiempo a dotar a las zonas de embarque de la protección necesaria contra el roce de los portones de los buques.
Ahora habrá que forrar de plancha metálica aprisa y corriendo esa zona para evitar que acaben sembrándose patatas en los agujeros que previsiblemente se van a agrandar con dichas maniobras.
Se pueden hacer peor las cosas pero hay que esforzarse mucho para conseguirlo.

miércoles, 1 de junio de 2011

El puerto de Ciutadella se quita un peso de encima

Concretamente 1428 toneladas es el desplazamiento de los tres barcos que han dejado de operar hoy con el puerto antiguo de Ciutadella. 633 Tm del Nura Nova, 400 del Ramón Llull y 395 del Sea Jet de Interilles.
Ciutadella ha tenido, desde tiempo inmemorial, conexión marítima con múltiples destinos del Mediterráneo , de forma que para muchos se ha cerrado una era que recordarán con cierta nostalgia.
Sin embargo en los últimos años el tamaño de los barcos y el aumento de las escalas, así como la instalación de semáforos para cerrar el puerto, habían comprometido seriamente el desarrollo normal del resto de actividades portuarias.
Por poner un ejemplo, los horarios de la gasolinera, con seis interrupciones debidas al cierre del canal, provocaban que aprovisionarse de combustible fuera toda una odisea en el puerto de Poniente, tanto para los profesionales como para los recreístas.
Otro dato que queda para el recuerdo es la velocidad de entrada y salida (unos 11 nudos en ocasiones) de los barcos rápidos (Sea Jet y Ramón Llull) que provocaban un oleaje nada despreciable en el interior del puerto. Por culpa de ellos muchas embarcaciones llegaron a partir amarras y a sufrir golpes contra pantalanes y muelles. Hasta el Ramón Llull llegó a hundir una barquita sólo con el chorro de sus turbinas.
Y no mencionemos la cantidad de mástiles de pequeños veleros que la "nariz" del Ramón Llull derribó en numerosas ocasiones como si se tratase de un divertido juego de bolos. Finalmente hubo que desplazar a los pequeños veleros lejos de esa zona para evitar males mayores.
El aspecto del puerto se había adaptado a las dimensiones de los pepinos que tenían que hollar sus aguas cotidianamente. Así, cuando uno se asoma a la orilla del puerto, se sorprende por la enorme lámina de agua despejada que una rada tan pequeña tiene que dedicar a la maniobra de los grandes buques comerciales.
Mirando ese enorme espacio vacío le da la impresión al observador que tiene que ser mentira que exista una lista de espera de 518 personas esperando un amarre. Y sin embargo, mientras la náutica de recreo se ha estado muriendo de inanición, la marina mercante ha crecido en el puerto, abarcando todo el espacio disponible como si de un gas se tratase. Se han expulsado barcos del Moll de la Trona, de la pasarela de madera, de la orilla norte, etc. para que los barcos de línea puedan estar más anchos y maniobrar más a su comodidad.
Todo en aras de la seguridad. La seguridad es la palabra que abre todas las puertas hoy en día y en su nombre se pueden realizar todo tipo de atropellos sin ningún tipo de problema.
Pero la omnipotente seguridad en Ciutadella siempre ha avanzado a base de perjudicar a los armadores de los barcos pequeños para beneficiar a las líneas comerciales.
Es un dato curioso que nunca se le haya ocurrido a nadie que una forma sencilla de mejorar la seguridad de la maniobra en el puerto consiste en reducir el tamaño de los barcos de línea que operan en él.
Con toda certeza esa no es la seguridad que interesa.
Pues bien, este humilde armador de un barco de 9 metros, añejo integrante de la lista de espera del puerto, sufrido observador de la tensión de las amarras de su barco con las idas y venidas de esas 1428 toneladas de metal (barquísimos, acierta al describirlos Aina Lleonart), no va a echar de menos en absoluto la estampa de esos paquidermos marinos poniéndose sobre dos patas para hacer el reviro sobre el estrecho taburete de la rada ciudadelana. No sólo no voy a soltar ninguna lágrima en esta despedida sino que brindaré muy a gusto porque Ciutadella se ha quitado por fín el corsé y este verano la náutica de recreo se pondrá el bikini.
A su salud.