Ha caído en mis manos un ejemplar de la Revista del Club Náutico de Ciutadella de este año.
Entre sus páginas nos encontramos un emotivo homenaje a Biel Genestar, uno de los presidentes más emblemáticos de la entidad.
Yo tuve la oportunidad de conocer a Biel porque estuve trabajando bajo sus órdenes como gerente interino del club con ocasión de la excedencia voluntaria del anterior gerente.
También pude colaborar con él en la organización de las I Jornadas Náuticas de Ciutadella con las que se consiguió dar a conocer las actividades que llevaba a cabo el club en el campo de la promoción de las disciplinas náuticas.
Si algo sé de Biel Genestar es que él nunca se atribuiría los méritos de otra persona y por ello me parece indignante que, en la págin 37 de dicha revista se diga textualmente:
"Genestar dejó como herencia(...)también -un hecho histórico y que ha marcado para siempre el club- haber cerrado con el Gobierno Balear la esperada concesión de los amarres para el club."
Para la Junta Directiva que sucedió a la de Biel Genestar, esta afirmación es una falsedad doblemente ofensiva porque empaña la memoria de alguien que nunca haría algo tan ruin como apropiarse de la gestión de otros y también porque desdeña los muchos meses de trabajo, reuniones y negociaciones que llevamos a cabo la gerencia y la junta directiva entre los años 2005 y 2009.
En el año 2005, cuando tomó posesión nuestra junta directiva, la concesión del club estaba próxima a expirar y recuerdo perfectamente que Portsib nos convocó a una reunión el día siguiente para comunicarnos esta situación y sus pretensiones de cara a una nueva concesión.
En ese momento Jaume Matas había presentado sus propuesta de dique exterior y ésta había sido bloqueada por el Gobierno Zapatero en el Ministerio de Medio Ambiente.
El club gestionaba en precario los amarres del Moll de la Trona. La concesión del edificio y la pasarela de madera, que debían ser renovadas, eran condicionadas por Portsib al pago de unos importes desorbitados que hubieran obligado a convertir el club en el capricho de cuatro ricachones y no en la puerta al mar que necesitaba Ciutadella.
A lo largo de interminables negociaciones finalmente conseguimos renovar la concesión para 30 años a un precio razonable incluyendo en la misma los amarres de tránsito de gran eslora delante de Casa Manolo y el Mol de la Trona y accediendo a la gestión temporal de la recién reordenada dársena de Cala'n Busquets.
Sin duda fue una negociación que garantizó el futuro del club para más de una generación sin tener que perder por ello su carácter accesible para todos y muy probablemente Biel Genestar la hubiera hecho tan bien como la hizo nuestro equipo de trabajo. Sin embargo no fue así y si algún reconocimiento se debe hacer sobre éste hecho es al esfuerzo de los nueve integrantes de la junta que tuve el honor de presidir y al personal del club y a los socios que no perdieron la confianza en nosotros durante ese difícil proceso.
PD: Tengo en mi poder la documentación y mis propias notas sobre todas las reuniones que mantuvimos para conformar la nueva concesión y tendré mucho gusto en compartirlas con quien lo desee, ya que son muy ilustrativas del funcionamiento interno de Portsib y de cómo las intrigas políticas pueden acabar con una entidad centenaria.