lunes, 14 de enero de 2013

Cochinada ambiental



Hace unos cuantos años, en Menorca florecía una industria bisutera de cierta importancia. Eran años en los que importaba sobre todo hacerse de oro rápidamente sin mirar mucho lo que se vendía o lo que se contaminaba, de modo que a casi nadie le importó demasiado que se vertiesen directamente al puerto de Mahón unos cuantos millones de toneladas de aguas contaminadas con mercurio, metales pesados y otros “condimentos” que le dieron un saborcillo especial a los lodos del fondo del puerto.
Poner el beneficio económico por encima del medio ambiente y hasta de la salud de los consumidores del pescado y el marisco que se extraía (y se extrae) del puerto de Mahón no fue ningún problema para los responsables políticos y empresariales de la época.
Ahora los tiempos han cambiado (o eso es lo que nos venden) y somos una fabulosa Reserva de la Biosfera; Ecotasamos todo lo ecotasable y la seguridad es la palabra clave que permite tirar adelante cualquier aberración legislativa.
Pero hete aquí que en la Autoridad Portuaria de Baleares tienen una máquina del tiempo y han retrocedido a esa época en la que la conciencia medioambiental no existía y la mar y sus puertos eran enormes fosas sépticas donde hacer desaparecer cualquier desecho inmundo y contaminante.
El puerto necesita un dragado y, como todo en la vida, hay dos formas de hacerlo: la barata y la cara.
En la forma barata de hacer las cosas, los lodos contaminados del fondo del puerto se dragan, se cargan en una gabarra y se vierten sin descontaminar lo más cerca posible de la bocana del puerto, aunque se trate de una de las zonas con fondos submarinos más hermosos y atractivos de la isla. Es un atentado ecológico, pero es mucho más barato que descontaminar esos lodos y verterlos en profundidades mayores(más lejos de la costa), donde no se afecte a praderas de posidonia ni a un número de especies tan importante. Para conseguir hacer las cosas de esta manera tan barata se hacen unos análisis falseados basados en muestreos que eludan las areas más contaminadas y con un procesamiento estadístico que permita sesgar los resultados hasta ponerlos justo por debajo de los límites legales que harían que la prohibición de la operación fuera automática.
Y en esto nos encontramos a nuestra APB. Un organismo gestor de un bien público que se preocupa más de mercadear con las concesiones de amarres que de preservar ese mismo espacio público que tiene a su cargo.
Y desde mi humilde opinión creo que podemos darnos por jodidos porque igual que no le tembló el pulso en su día a la hora de hormigonar 20.000 m2 en la colársega del puerto ni a la hora de despojar de sus amarres al Club Marítimo de Mahón, no creo que podamos esperar escrúpulos a la hora de inundar de lodos contaminantes el fondo marino de nuestra isla. Al fin y al cabo, en la APB sigue mandando ahora el mismo que mandaba entonces.
Por cierto que éste ente se da más prisa en avanzar en la gestión de esta cochinada ambiental que en repetir el concurso de la orilla norte. ¿Es tan difícil volver a sacar unas bases idénticas pero revisando a la baja el canon? ¿O es que se encuentran cómodos en una situación en la que una empresa consigue un concurso de una concesión y acaba logrando que se le rebaje a una quinta parte el canon que presentó para ganarlo?