Ahora que el dique está medio acabado, la atención portuaria se centra en el puerto antiguo.
A la que uno se fija atentamente se aprecia que los pantalanes flotantes pivotados y "antirrissaga" que se anunciaron a bombo y platillo para Sant Joan, son un tanto...inexistentes.
Y a la que uno se fija con más detenimiento se observa que no hay mucha maquinaria trabajando en las pilonas ni se ven gran cantidad de módulos flotantes apilados preparados para meterse en el agua.
Y no es porque a uno le engañe la vista, no.
Es porque a uno le engañan los políticos.
Esos políticos a los que se les llena la boca de promesas cuando se acercan las elecciones aunque sepan que no tienen un euro en la caja para pagar nada.
"Estará todo para Sant Joan" decían hace un tiempo. "Estara todo listo para Julio" decían más tarde. Y al final los únicos que están listos son los que pretendían que las nuevas infraestructuras atrajesen a un turismo náutico que les ayudase a paliar la crisis galopante que azota a nuestra isla.
Los que estamos listos somos los que dependemos del sector náutico para comer.
Estamos listos si dependemos de la diligencia y la capacidad de gestión de los políticos porque el político adolece de ellas por definición. A este punto hemos llegado.
Cuando un político dice que no le parece mal que las nuevas instalaciones de Cala'n Busquets sean gestionadas por una empresa privada es que tiene una miopía galopante que le impide ver a una distancia mayor que 40 kilómetros.
Porque si viera más allá de cuarenta kilómetros se daría cuenta de lo que ha hecho la gestión privada con los amarres del puerto de Mahón.
Vería cuántos menorquines se han vendido su barca o la han tenido que dejar en tierra por no poder pagar unas tarifas multiplicadas por seis de la noche a la mañana.
Vería pantalanes vacíos porque ni los millonarios son tan tontos decidan pagan por un trozo de agua mucho más de lo que vale. De alguna forma se habrán hecho millonarios, digo yo.
Y es que el político novato se pierde por la boca, como los besugos.
Ponerle un micrófono delante es incitarle irresistiblemente a que hable de todo y de todos aunque no haya tenido tiempo de asesorarse mínimamente con anterioridad. Y así queda como un fantoche que repite lo que ha oido sin procesarlo, como una cacatúa.
Esperemos que el alcalde de Ciutadella le dedique a su puerto una parte al menos de la atención que se merece y pregunte y escuche a quienes viven en el puerto y del puerto, sean del color político que sean, porque de lo contrario no va a dar pie con bola o puede estar simplemente favoreciendo los intereses de unos pocos en contra del interés general.