sábado, 27 de marzo de 2010

LA OTRA PRENSA

He de admitir que admiro el trabajo de los periodistas.
Documentarse, buscar fuentes, investigar, denunciar, entrevistar, valorar una noticia son tareas nada sencillas y que requieren profesionalidad, sentido común y dedicación.
En varias ocasiones he alabado a personas que, como Pepe Quiroga, José Luís Miró, Llorenç Allés, Juan Poyatos, Carlos Marqués, Laura Bañón, David Marqués y tantos otros realizan a diario esta labor con las tres cualidades que he citado.
Sin embargo su labor brilla más por el contraste con otras formas de "trabajar".
Hay otras personas que entienden el periodismo como una concatenación de chapuzas, mentiras y desmentidos que utilizan para modificar la realidad en lugar de informar sobre ella.
Cualquier historia es válida si sirve a sus objetivos o a los de quienes les pagan.
Es el periodista que, en vez de informarse, se sienta frente a su ordenador y empieza a inventarse trolas.
Es el incendiario resentido que utiliza la pluma para atacar a sueldo o para lamer la mano que le alimenta.
Es el tipo de personaje que, por contraste, da más realce a la labor de los verdaderos periodistas.
Seguro que todos conocemos a alguien así.

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