jueves, 4 de marzo de 2010

ASI VA EL DIQUE (2)

Ayer se difundió una noticia un tanto confusa sobre la visita de Antich, Pons y Carbonero (2) a las obras del dique.
Primero se dijo que la fecha de finalización del dique, supuesta en el mes de octubre, no era correcta y no se sabía cuándo se acabarían las obras.
Unas horas más tarde, en Alaior, se decía que no, que la fecha de octubre se mantenía porque se estaba recuperando el retraso mediante un mayor ritmo en la ejecución.
Cuando uno dice una cosa y luego la contraria, quien lo escucha puede pensar muchas cosas, pero hay una que es segura: que el otro miente.
Lo que es más importante ahora es saber cuál de las dos es la mentira.
Podemos pensar que realmente las obras se van a acabar el mes de octubre y que la negación de esa fecha fue fruto de la emoción, las prisas, que el casco blanco le venía apretado o que es alérgico al color amarillo de los chalecos.
O podemos pensar que realmente quieren acabar las obras justo antes de las elecciones para poder hacerse fotos inaugurando el dique.
Quizás, ante la reacción de la prensa y de algunos ciudadanos, Antich, Pons y Carbonero decidieron dar marcha atrás y no revelar tan pronto sus planes de retrasar de nuevo las obras.
En ese sentido hay que decir que otro retraso en las obras sólo se podría entender en Ciutadella por un electoralismo que pasase por encima de las necesidades de un pueblo o una absoluta incapacidad de gestión. En cualquier caso, nada que permita arañar más votos, sino todo lo contrario.
Esperemos que ese supuesto lapsus sea sólo eso y que en el mes de octubre estemos abriendo el nuevo puerto al tráfico regular.
La segunda parte y casi tan increíble como la primera es que se han "olvidado" un pequeño detalle sin importancia de las obras: la estación marítima.
Aunque parezca imposible de creer, durante todos estos años, cuando nuestros gobernantes pensaban en el nuevo puerto, se lo imaginaban sin estación marítima.
Cuando visitaban las obras con su casquito blanco, su chalequito amarillo y su sonrisa de cartón piedra, no se extrañaban lo más mínimo de que no hubiera puesta ni una piedra en la explanada que debía albergar la estación marítima.
En sus cabecitas les parecía normal que cuando un turista llega a una isla se le deposite en un erial sin un lavabo, una sombra, nada. Claro que ya tenían el precedente del Cos Nou en Mahón y como allí tragaron...
En fin, que pudiendo gastarse el dinero en otras cosas ¿porqué habrían de pensar en gastarlo en una estación marítima? Al fin y al cabo no es más que la primera impresión que se llevará de la isla el turista que llegue por mar. Casi nada.
Si es que a veces uno no tiene más remedio que jurar en arameo.

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