Para quien no haya podido leerlo, adjunto el artículo publicado en El Mundo el pasado jueves.
El 30 de junio de 2006 tuvo lugar en el Consolat de Mar una importantísima reunión entre las empresas y entidades usuarias del Puerto de Ciutadella y los representantes políticos del Consell Insular de Menorca, Ajuntament de Ciutadella y Govern Balear.
Después de ocho horas de intensos y duros debates, los participantes en la reunión lograron arrancar de Joana Barceló y Marc Pons el compromiso de presentar en quince días un proyecto de solución exterior que permitiera el amarre de las embarcaciones de línea fuera del puerto antiguo de Ciutadella.
Por su parte, el Govern Balear se comprometía a financiar y ejecutar el proyecto que presentase el Consell Insular de Menorca, fuera el que fuera.
El 13 de julio de 2006, Marc Pons presentaba un proyecto que consistía en hacer el mismo dique que había planteado el Govern Balear, pero situado en la orilla sur, en la zona conocida como Son Blanc.
Tal y como estaba pactado, Ajuntament, Govern y entidades apoyaron la solución presentada por el Consell pese a que no se trataba de la solución óptima para la protección del puerto de Poniente.
En Mayo de 2007 se adjudicaron las obras a una UTE formada por Matías Arrom Bibiloni, Pedres Ciutadella y Ferrovial.
Los argumentos para la adjudicación fueron contundentes: un plazo de ejecución de dos años y un presupuesto de 50,2 millones de euros frente a los 64,9 millones previstos por el Govern Balear. Sin embargo, las obras no se desarrollaban con la velocidad que debieran por falta de algún tipo de “lubricante” cuya naturaleza no tardaría en ponerse de manifiesto.
En Mayo de 2009, cuando era evidente que los plazos del proyecto no se iban a cumplir, la empresa presentó unas exigencias económicas desorbitadas con la excusa de que sus estimaciones sobre los costes de los materiales y transportes no se habían cumplido. En concreto se pedía ni más ni menos que un 85% de sobrecoste por la obra. Casi nada. Una bagatela.
Para reforzar sus exigencias, Ferrovial desplazó la cajonera necesaria para fabricar los bloques del espigón desde Barcelona hasta Bilbao.
Los responsables del Govern Balear, en lugar de hacer valer los términos de la adjudicación y penalizar a la empresa por el incumplimiento de plazos y de presupuesto, decidieron sentarse a negociar con ella, en una negociación que la prensa calificó de opaca y poco clara.
En la primavera de 2009 tuvieron lugar diversas reuniones hasta que el Govern anunció que se había llegado a un acuerdo para aumentar el presupuesto de las obras hasta el límite que marca la ley de un 20% y que la ejecución se volvería a acelerar para hacer operativo el dique lo antes posible.
En Noviembre de 2009 saltó a la prensa que se debían pagar a Ferrovial 2 millones de euros adicionales para una unión entre los dos diques (exterior e interior) que no estaba presupuestada en el proyecto. Si a lo anterior le añadimos el coste de la obra necesaria para adaptar el muelle de levante para el amarre de cruceros, el total de la obra se coloca en 74 millones de euros, un 47% más del presupuesto que le valió a Ferrovial la adjudicación por delante de otras dos empresas.
Pero un dato importante que acaba de salir a la luz y que ensombrece todavía más la gestión llevada a cabo por el Conseller Grimalt es que en la negociación que dio como resultado el incremento del 20% en el coste del dique se acordó la supresión de un importante elemento atenuador de oleaje sin deducir su coste de la cuantía a pagar a Ferrovial.
En pocas palabras: se le “regaló” a la empresa el coste de una escollera entera.
De forma que no sólo se incrementó el precio de la obra hasta el límite permitido por la ley sino que se “adelgazó” la obra sin la correspondiente rebaja en la factura.
Un hecho que preocupa especialmente es que, en lugar de denunciar este hecho, el nuevo responsable de Ports de Balears ha optado por justificar la eliminación de la escollera afirmando que se debe a “criterios estéticos” pero sin justificar su no eliminación de los costes.
Además, como nadie hace escolleras por hacerlas, sino que la misma tenía como cometido mitigar el efecto del oleaje en el interior del puerto, se ha planteado el alargar el dique en dos cajones adicionales, con lo que se logra el doble objetivo de recuperar el nivel de agitación perdido con la eliminación de la escollera “regalada” a Ferrovial y al mismo tiempo seguir engordando la factura de dicha empresa hasta más allá de lo que nadie hubiera sido capaz de pensar cuando se adjudicó el dique por 50,2 millones de euros.
Las apuestas sobre cuánto acabará costando el dique se han puesto de moda en todos los bares del puerto de Ciutadella y las cifras que se manejan son realmente desorbitadas ¿o quizás no?
Esta información la avanzó el 12 de junio el Diario Menorca, en un excelente reportaje que ponía los pelos de punta. Algo huele mal, muy mal, en el dique.
ResponderEliminarEn efecto, Llorenç. Y si te fijas en lo que pone en mi entrada del blog del primero de mayo, once días antes que el Diario Menorca, verás que hay muchas similitudes entre ambas publicaciones.
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