sábado, 1 de mayo de 2010

EL DIQUE...¿SE CORROMPE?

Ya he comentado alguna vez que nunca he visto clara la actuación de Ports de les Illes Balears cuando Ferrovial, además de incumplir los plazos acordados para finalizar el dique, cogió y se llevó a Bilbao la cajonera para hacer los módulos del dique.
Ante ese incumplimiento flagrante del plazo y ante unas exigencias de incremento de presupuesto fuera de toda lógica, los gestores de Ports se sentaron a negociar cuando lo normal hubiera sido sancionar sin más por incumplimiento de todos los compromisos por parte de Ferrovial.
Pero parece que Ferrovial tiene bastante mano izquierda y también parece que está acostumbrada a negociar por encima y por debajo de la mesa.
De lo contrario es muy difícil de explicar que además de aumentar su retribución el máximo de un 20% que fija la ley, el conseller Grimalt eliminase del proyecto una escollera que ahora se ve claramente que es necesaria.
Eliminar esa escollera reduciendo proporcionalmente el coste de la obra hubiera sido discutible pero legal. Lo que está fuera de la legalidad es enmascarar un sobrecoste del proyecto mediante la eliminación de partes de la ejecución sin minorar los costes en la misma proporción.
Eso es lo que se llama un regalito a Ferrovial por debajo de la mesa.
De forma que hasta este punto tenemos:
PRIMERO: Jaume Matas adjudicando una obra a una empresa que no tiene el más mínimo interés por cumplir los términos de la adjudicación. "Tú tranquilo, Ferrovial, que luego ya iremos aumentando las cifras y los plazos"
La UTE formada al efecto con Pedres Ciutadella y una empresa mallorquina del círculo del PP (Matias Arrom Bibiloni, sin apenas experiencia en este tipo de obras públicas), da a entender que el carnet del partido pesó en la adjudicación.
SEGUNDO: Cuando se incumplen los términos del acuerdo y la UTE pide más dinero por haber fallado en sus estimaciones, el nuevo responsable de Ports (de Unió Mallorquina), negocia un aumento del presupuesto hasta el tope legal y más allá utilizando la eliminación de estructuras previstas como forma de compensar a la UTE por encima de lo que fija la ley.
Ahora viene la tercera fase. Un nuevo responsable de Ports, esta vez del PSOE, se encuentra con esta situación y con que la eliminación de la escollera aumenta de forma inasumible la agitación dentro del dique.
Tiene dos opciones:
Tirar de la manta y denunciar los acuerdos ilegales (o por lo menos inmorales) alcanzados, forzando a Ferrovial a respetar los términos de la adjudicación que se le hizo.
O tapar el asunto haciendo innecesaria la escollera a base de alargar el dique otros 80 metros y así seguir aumentando la factura de Ferrovial. En definitiva, subirse al tren.
Lo grave del caso es que este señor elige la segunda opción.
En resumen, tenemos tres partidos diferentes que en tres momentos distintos deciden lo peor para el contribuyente y lo mejor para una misma empresa: Ferrovial.
Sin ser especialmente malpensado se llega siempre a una misma conclusión:
Aquí huele terriblemente mal.

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