Publicado en Gaceta Náutica del mes de Julio 2012
Voy a dejar aparcada por un mes mi habitual estilo de
denuncia ácida y corrosiva para cambiar a un registro totalmente distinto.
No es que se hayan arreglado de repente las cosas que hacen
mal nuestros responsables políticos ni que los puertos de menorquines se hayan
empezado a gestionar bien de un día para el otro.
Tampoco ha desaparecido el peligro que representa para el
conjunto del sector náutico el decreto sobre fondeos que verá la luz en algún
momento durante los próximos meses.
Dejo aparcada la denuncia para rendir un merecidísimo
homenaje a nuestros regatistas. En los últimos meses los regatistas españoles
están demostrando que el silencio mediático en el que está sumido
permanentemente el deporte de la vela no se corresponde en absoluto con el
altísimo nivel de nuestros deportistas.
Más concretamente me quiero referir a la fabulosa actuación
del Team Telefónica en el Everest de la navegación oceánica: la Volvo Ocean
Race, en la que han liderado la clasificación durante siete de las ocho etapas
disputadas. Han protagonizado remontadas increíbles y solventado situaciones
complicadísimas por culpa de las roturas y las propias condiciones
meteorológicas. Los hombres han sido más duros que la fibra de carbono y han
superado con creces situaciones que parecían insuperables frente a los mejores
navegantes oceánicos del mundo.
Ahora, cuando la adversidad les ha asestado un fuerte revés,
creo que es de bien nacidos el agradecerles los buenos momentos que nos han
hecho pasar durante la regata y algo mucho más importante: la restitución de un
cierto sentimiento de orgullo al mirar hacia popa de nuestro pequeño velero y
ver que la bandera que ondea en ella es la misma que la que ha ondeado en la
popa del Telefónica por todos los océanos del mundo.
Me tendrá que perdonar quien esperase de mí otro tipo de
artículo pero creo que ahora que han venido mal dadas para el equipo, no es en
absoluto gratuito dedicar esta columna de opinión a apoyar a quienes lo han
dado todo durante tantos meses, luchando de tú a tú con los mejores navegantes
oceánicos del mundo y superándoles la mayoría de las veces.
Y tampoco sería justo que dejase pasar la oportunidad de
felicitar a otro de nuestros mejores y más completos regatistas que, después de
participar con todos los honores en la Global Ocean Race, acaba de ganar el
campeonato del mundo de una clase tan competitiva como es el J80. Enhorabuena a
Hugo Ramón y al resto del equipo de Van Der Ploeg por hacer fáciles cosas tan
difíciles como ganar un campeonato del mundo.
Y comento sólo dos casos porque esta columna debe tener una
extensión limitada pero quiero dejar claro que la lista de agradecimientos que
deberíamos hacer entre todos no cabría entera en la totalidad las páginas de
este periódico.
Y ahora llegan las olimpiadas y volverán a brillar nuestros
hombres y mujeres de mar. Y de nuevo su gesta quedará eclipsada por otras
noticias que los medios generalistas considerarán más interesantes, como el
desnudo de algún integrante de Gran Hermano; la dieta de Belén Esteban o el
comportamiento sexual de los gusarapos.
Por eso creo que toda la tinta que se gaste en hablar de
nuestros regatistas será siempre muy poca comparada con su esfuerzo y su
dedicación. Deseo que con estas líneas haya contribuido modestamente y aunque
sea en una proporción minúscula, a saldar una parte de la enorme deuda de
gratitud que tenemos todos con ellos. Enhorabuena y muchos ánimos a todos.
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