Ya tenemos el puerto de Ciutadella acabado. De hecho ya hace semanas que está acabado. Sólo falta un pequeño detalle: está vacío.
Me he tomado la molestia de evaluar lo que nos cuesta a los contribuyentes el que esos amarres no estén ocupados todavía en términos de ingresos dejados de percibir por la administración y que tendrán que ser suplidos por nuestros impuestos.
El total de amarres de nueva creación es de unos 90. cuya superficie totaliza 3.295,25 metros cuadrados de lámina de agua sin ocupar.
Si esa lamina de agua que está vacía se ocupase por un 20% de embarcaciones de tránsito y un 80% de embarcaciones de base, como está previsto, con la tarifa de 2011 se generarían unos ingresos de 839.88 € diarios, IVA incluído. Si la subida de tasas de 2012 es de un 15%, como se rumorea, los ingresos que se dejarían de percibir al día serían de 965.87 €, lo que equivale a unos 28.975,85 € al mes.
De modo que a final de este mes de enero los contribuyentes habremos perdido por falta de capacidad de gestión de nuestros políticos un total de 28.975,85 € que hubieran pagado la mensualidad de un buen número de parados o se hubieran podido destinar a financiar duques de alba o al mantenimiento y mejora de instalaciones, o a pagar a los farmacéuticos o qué sé yo.
Y hablo de falta de capacidad de gestión por no decir abiertamente que se trata de ineptitud, porque la lista de espera hace mucho tiempo que la tienen en sus manos y también han tenido tiempo de sobras para saber cuándo se acabarían las obras. De modo que si no tenemos el puerto lleno desde el día siguiente a la finalización de las obras es porque no les ha dado la gana o porque no ven más allá de sus narices.
Entonces uno entiende que su intención de privatizar la gestión de los puertos lleve implícito el reconocimiento de su absoluta incapacidad para gestionarlos dignamente. Porque si fueran capaces de gestionarlos correctamente no dejarían que el dinero de los contribuyentes se les escapara de entre las manos de la forma escandalosa en que se les escapa.
No permitirían que haya embarcaciones amarradas que lleven años sin pagar ni un duro pendientes de que les digan algo sobre su situación irregular.
Ni permitirían que otras embarcaciones estén pagando tasas que corresponden a la mitad de sus dimensiones año tras año mientras los demás esperan que algún político coja el toro por los cuernos y se decida a regularizar la situación del puerto de Ciutadella.
Ni permitirían que los amarres se compren y se vendan al mejor postor delante de sus narices.
Pero esto es lo que está pasando y me temo que todas estas patatas calientes que requieren de gestores políticos y técnicos competentes para su resolución van a pasar a manos privadas porque los que tenemos ahora mismo no se atreven a hacer el trabajo para el que se les votó el mayo pasado.
Quienes teníamos alguna esperanza de que se diera un cambio radical en la habitual deriva de la gestión de nuestros puertos nos encontramos con que los cambios son mínimos; casi imperceptibles y del todo insuficientes para que un puerto como el nuestro recupere algo de normalidad.
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