Las líneas comerciales que trabajan en el puerto de Ciutadella constituyen un condicionante muy importante de toda la actividad en el mismo.
El acceso y maniobra de embarcaciones de esas dimensiones en un puerto tan reducido no deja de llamar la atención de los visitantes, que quedan maravillados por lo ajustado de sus evoluciones.
Sin embargo Ciutadella ha apoyado siempre el mantenimiento de líneas regulares con Mallorca y con la Península, por los efectos positivos que ese tipo de comunicaciones tienen sobre el turismo, la indústria y el comercio.
Ese efecto positivo tiene como contrapartida una importantísima limitación para la realización del resto de actividades del puerto (recreativas, pesqueras y de excursiones marítimas) que llegó a su máximo cuando se decidió instalar semáforos en el puerto y proceder a su cierre cada vez que un buque de gran porte maniobrase en el mismo.
Esta nueva regulación llevó a situaciones de virtual bloqueo del puerto cuando las navieras aumentaban su actividad (Sant Joan, etc.), dejando claro que se primaba el interés de esas empresas por encima de los demás sectores y agentes que operaban en el puerto.
El mantenimiento de estas líneas junto con la necesidad de aumentar la seguridad de sus maniobras y el imprescindible incremento de plazas de amarre fueron las varibles que se incluyeron en la ecuación cuyo resultado fue el dique exterior que se está construyendo en la bahía.
Sin embargo no todos los gatos son pardos y no todas las navieras son iguales.
La de mayor antigüedad en nuestro puerto, Iscomar, es la única que realiza sus trayectos durante todo el año, dando así respuesta a las necesidades de comunicación de nuestra población de forma contínua y adecuada. Sin embargo su continuidad se ha visto amenazada por problemas de índole financiera que le han obligado a reducir sus operaciones de forma muy considerable en los otros puertos en los que opera. Son varias las voces que se alzan diciendo que los días de Iscomar están contados por la fuerza de su competencia y lo obsoleto de su embarcación.
La segunda compañia es Balearia. Con sólo diez años de andadura y bajo el paraguas de la familia Matutes, vino a Ciutadella de la mano de Pau Lluch para operar con un barco "diseñado para el Puerto de Ciutadella". Se ve que se les fue un poco el lápiz porque el barco en cuestión se dedicó a arrancar mástiles de veleros prácticamente desde que llegó y tanto fue así que hubo que trasladar embarcaciones a otros lugares para hacer el puerto a medida del barco que teóricamente estaba hecho a medida del puerto.
Otra alegría que nos llevamos los usuarios del puerto con la llegada del Ramón Llull fue la velocidad de entrada y salida.
Mientras en otros puertos la velocidad de maniobra es de unos tres nudos, ese barco diseñado para el puerto de Ciutadella lo hace hasta a doce nudos cuando hay un poco de viento, destrozando amarras y descoyuntando los pantalanes de Cala'n Busquets día tras día.
Las quejas que se presentaron a Capitanía Marítima y a Ports de les Illes Balears se quedaron en vía muerta.
Un apunte sobre el oportunismo de esta naviera lo encontramos cuando vemos que tres de sus cuatro últimos barcos navegan bajo bandera de conveniencia para eludir la fiscalidad española y quedar sujetos a la legislación mucho más permisiva de la marina civil de Malta.
La proliferación de banderas de conveninecia es un problema muy grave ya que los responsables de la supervisión del cumplimiento de las medidas de seguridad son los propios del país donde está abanderado el buque y Malta, Chipre, etc. no disponen del personal ni de los medios necesarios para asegurar esa supervisión. Este es uno de los factores con los que juegan quienes abanderan sus barcos en estos países.
Se echa en falta que, al otorgar una concesión de una línea regular, las autoridades españolas no valoren negativamente la utilización de banderas de conveniencia.
La tan deseada conexión con Barcelona se realiza tan sólo unos meses al año, ya que esta naviera tiene una "parada técnica"inusualmente larga y los meses de invierno opera tan sólo con Alcudia. Se ve que al diseñar el barco para el Puerto de Ciutadella se olvidaron de que tenía que atravesar la boca del Golfo de León para ir a Barcelona.
Una tercera compañía es la que opera con Cala Ratjada. Esta naviera cuenta con un historial un tanto turbio de liquidaciones y reconstituciones. Sólo opera cuando existe un exceso de demanda de pasajes para Menorca (desde Semana Santa hasta el fin del verano) y por tener el barco más pequeño de los tres es la que menos fiabilidad tiene en sus trayectos.
Opera bajo bandera chipriota para beneficiarse, como hemos visto, de mejores condiciones legislativas y fiscales.
Habiendo ya dos líneas regulares con Mallorca, esta tercera les parece a muchos claramente prescindible, sobre todo porque ocupa un espacio en el puerto que sería muy necesario para embarcaciones de tránsito.
En definitiva, la separación del tráfico comercial del resto de usos que se llevará a cabo con el nuevo dique será recibida como agua de mayo por todos los sectores por motivos diferentes.
Las navieras podrán utilizar buques de mayor porte sin los riesgos de maniobrar en una rada tan reducida y peligrosa como la de Ciutadella.
A los usuarios de embarcaciones de recreo nos van a quitar un peso de encima y el Puerto de Ciutadella dejará de estar encorsetado por los requerimientos de espacio, de cierre del puerto, etc. de las líneas regulares.
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