Tal y como ocurría en la famosa película de humor, el puerto de Ciudadela se está conviertiendo en algo realmente cómico para el observador de a pie. Aparecen pantalanes; se incorporan fingers donde no estaban previstos; los pescadores se van provisionalmente a un sitio y se quedan para siempre; se ponen barcas diminutas en amarres enormes; las golondrinas vienen y van y todo sin saber quién será el que gestionará el cotarro dentro de unos meses.
Al margen de que finalmente Portsib decida o no ningunear al ayuntamiento y a las entidades y lo venda al mejor postor, las obras de ampliación prácticamente han finalizado y ahora viene la parte más interesante de todo el proceso que se inició el 30 de junio de 2006 en el Consolat de Mar en aquella famosa reunión de 8 horas.
Por de pronto tenemos la situación de todos los ilegales o alegales del puerto, que casi son mayoría. Por tales entiendo aquellos que se apropiaron de un amarre sin pasar por las molestias de inscribirse en una lista de espera o aquellos que cambiaron de dimensiones de su barca sin autorización. En algunos casos la culpa no fue totalmente suya y si la administración hubiera hecho su trabajo no nos encontraríamos ahora con que la situación que tenemos. En muchos casos se solicitó el cambio de eslora, obteniendo la callada por respuesta, pero nadie puede negar que al final se hizo lo que a cada uno le dio la gana y así tenemos el puerto como lo tenemos. Los que se quedaron con cara de tonto fueron los que respetaron la legalidad y no cambiaron las dimensiones de su barca mientras veían a medio puerto crecer y apretar las defensas de sus vecinos.
Como consecuencia de lo anterior tenemos embarcaciones de 8 metros que siguen pagando el amarre de 5 que su armador realmente tiene autorizado, con lo que las arcas de Portsib (las de todos nosotros) sufren un importante quebranto, por suppuesto a sabiendas de sus dirigentes.
También se dice que hay incluso quien no paga ni un duro por su amarre, seguro como está de su ilegalidad y de que tarde o temprano lo van a echar de allí.
Otro caso es el de embarcaciones que han ido llegando y han sido colocadas sin pasar por la lista de espera con la excusa de que pertenecían a empresas de alquiler. De esta forma se otorgaban amarres de base contraveniendo el espíritu y la letra del Decreto de 2001 que estaba vigente hasta este año y que priorizaba a los particulares sobre las empresas a la hora de obtener un amarre de base. Pero parece que para Portsib estas cosas no tienen importancia.
Ahora se comenta que, de los 106 nuevos amarres que se crean en el interior del puerto, tan sólo 46 serán destinados a hacer correr la lista de espera de más de 500 personas que lleva 20 años congelada.
Ni siquiera van a dar salida al 10% de la lista.
¿A quién van destinados entonces la mayoría de los amarres que se crean?
Se dice que las empresas de charter van a ser unas de las grandes agraciadas en el expolio de la lista de espera y que algunas ya están pensando en ampliar esloras para ponerlas en sus nuevos amarres. Eso sería añadir el insulto a la ofensa para los que llevan 20 años sin moverse una sola plaza de la lista.
Por otro lado parece que lo que era un traslado provisional de los pescadores para acometer las obras en su parte del muelle tiene visos de convertirse en definitivo. Han ocupado dos pantalanes de los nuevos y como dicen que están muy bien allí, que allí se quedan.
A mí no me parece mal porque lo importante es que se creen amarres sin importar el que estén en uno u otro sitio.
El problema es que muchas de esas barcas están ocupando amarres de 9 metros cuando sus esloras son de 6 y 7 metros.
No tenemos tanta lámina de agua como para derrocharla en caprichos, por muy profesionales que sean los que se encariñan con un amarre mucho mayor de lo que necesitan.
Supongo que al final se impondrá la cordura y se ubicarán las barcas en lugares acordes con sus dimensiones, ya que lo contrario sería injusto y arbitrario.
Luego tenemos la eterna reordenación interior. Hace ya más de cinco años que con la excusa de la reordenación dejaron de asignarse los amarres vacíos que quedan en invierno para que pudieran ocuparse por embarcaciones que navegan en temporada baja.
De este modo muchos de los amarres de Portsib aparecen desocupados mientras un grupo nada despreciable de residentes se tienen que aguantar las ganas y guardar su barca donde pueden en invierno. Otro ingreso que lleva años perdiéndose por falta de decisión política.
El caso es que algunos de esos huecos van siendo ocupados por embarcaciones de los avispados propietarios de las empresas de alquiler del puerto. Así, como quien no quiere la cosa.
De este modo se vuelve a confirmar que para Portsib todos somos iguales, pero unos más iguales que otros.
En fin, que estamos entretenidos con nuestro puerto, pero la mejor parte, la más estrambótica y la que configurará el perfil de nuestro puerto durante decenios está a punto de llegar.
"N'hi ha per llogar-hi cadires" como decimos aquí.
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