miércoles, 5 de diciembre de 2012

The Show must go on

Publicado en Gaceta Náutica del mes de diciembre 2012



Durante más de un siglo y medio la Copa América ha tenido un atractivo hipnótico para una gran parte de los aficionados a la vela y no soy yo quien va a revelar a los lectores de éste periódico lo que esta competición ha representado para el deporte de la vela desde 1851.


Tras la edición de 2007, la entrada en juego de Larry Ellison ha transformado radicalmente el fondo y la forma de esta competición de manera que, como diría un castizo: “no la reconocería ni su propia madre”.
Para empezar, el barco ya no es un monocasco sino que los regatistas tienen que hacer equilibrios sobre una araña de carbono que se mueve a más de 20 nudos sobre el agua. Así las pruebas duran poco más de media hora,  con lo que no tiene tiempo uno de aburrirse. Al menos en esto sí que mejoramos algo porque el paripé que hicieron Ellison y Bertarelli en 2010 fue bastante soso en el mejor de los casos. De todas formas, de los 30 minutos que dura ahora la regata te sobran 29 porque en la salida de través al viento ya está todo decidido.
“The show must go on” parece ser el nuevo lema de la Copa América y así tenemos que los tripulantes se ven obligados a llevar casco y chaleco salvavidas y que esos elementos les han librado de más de una. Los vuelcos y las colisiones están a la orden del día y además esas imágenes de “acción” se cotizan en los medios tanto como las escenas de los programas de videos de impacto.
Tampoco falta el famoseo, otro ingrediente insustituible de cualquier programa de variedades que aspire a llevarse un buen mordisco de la audiencia televisiva. Agazapados tras la barra de los timones, tumbados encima de una red como si de besugos recién pescados se tratara, nos enseñan sus dientes inmaculados sonriendo a la cámara en cuanto el traqueteo y los rociones se lo permiten.
Pero esto es América, señores, y lo mejor está por llegar. Los realizadores del evento han conseguido lo que nadie había hecho hasta ahora: ponerle límites al mar. Han delimitado el área navegable como si un campo de fútbol se tratase y no contentos con eso, han pintado las líneas de las yardas que faltan hasta la siguiente puerta (¿o era portería?). No es de extrañar que alguien que se acabe de sentar a ver la retransmisión pregunte quién lleva la pelota y cómo va el marcador.
Y todo ello sazonado con la aparición de escuadrillas de reactores, majorettes y hasta algún que otro payaso que parece que acabe de ganar un concurso de “Fear Factor” en lugar de una regata.
Atrás quedaron aquellos días de la edición de 2007 en los que los duelos barco contra barco podían regalar a sus espectadores una guerra de viradas, una concatenación de “circlings” y “dial ups” en la presalida o una estudiada toma de posiciones tácticas a lo largo de cada una de las mangas. Eso ya no está de moda.
No niego que prefiero mil veces ver en la televisión una regata de cualquier tipo de artefactos flotantes antes que otra competición terrestre de lo que sea, pero echo de menos que lo que están haciendo ahora en San Francisco se parezca más a una regata de yates.

martes, 27 de noviembre de 2012

Otra vez el voto por correo

Las elecciones a la RFEV están trayendo tela.
Adjunto el link del blog de Jaume Soler, que desarrolla el tema sin dejar desperdicio alguno:

http://elblogdejaumesoler.blogspot.com.es/2012/11/sigue-el-recuentono-hay-dos-sin-tres.html

http://elblogdejaumesoler.blogspot.com.es/2012/11/las-elecciones-camino-de-plaza-castilla.html

Es curioso, al leerlo tiene uno una sensación rara...como un "deja vu"...

lunes, 26 de noviembre de 2012

Un verano para el recuerdo



Publicado en La Gaceta Náutica del mes de Noviembre

Ha llegado el otoño y para muchos es el momento de olvidar el barco y llenar la cabeza con las preocupaciones habituales de la vida cotidiana: el cole de los niños, pasear al perro, las elecciones de los políticos, etc.
Sin embargo me gustaría echar la vista atrás y recordar algunos de los episodios que han llamado nuestra atención y provocado sorpresa en el mejor de los casos e indignación y rabia en todos los demás.
Por un lado algo que ya habíamos comentado con anterioridad y es que las redes sociales españolas y francesas están que echan humo con los precios de los amarres de Baleares. Concretamente en Menorca no hay patrón de barco extranjero que no clame al cielo por los precios que han pagado en Mahón y Ciutadella. Los que vienen de otras islas no vienen precisamente de mejor humor.
Quizás tengan razón los que dicen que nuestros puertos son los más caros del Mediterráneo o quizás no la tengan por poco, pero lo que nos tiene que quedar claro es que no hay nada de positivo en que exista esa imagen entre los navegantes que visitan nuestras costas.
El control de los precios y la disponibilidad de amarres de tránsito es una cuestión estratégica para una comunidad isleña como la nuestra y una variable que nunca debería dejar de controlarse. Es una cuestión matemática elemental. Lo que se paga de más por el amarre, se tiene de menos para restaurantes, compras, souvenirs, coches de alquiler, etc.
El caso es que la tendencia alentada por las autoridades portuarias que nos han tocado en suerte es precisamente a ceder sus instalaciones a empresas que puedan monopolizar los amarres y pagarles a cambio un jugoso canon. Ese canon más un sustancioso beneficio es lo que los usuarios nos encontramos transformado en una tarifa escandalosa.
Por si eso fuera poco, este verano se ha iniciado en Mahón una campaña de acoso a las embarcaciones que trataban de escapar de las tarifas abusivas de las empresas que operan en el puerto. Por primera vez se ha cobrado en Cala Teulera por fondear por tus propios medios. Aún no sé si se trata de la Autoridad Portuaria o simplemente de un par de espabilados que han decidido hacer su agosto a costa del desdichado navegante, pero ya me parece un exceso que te cobren por utilizar tu propia ancla, sin ofrecerte ningún tipo de servicio y en una zona habilitada para el fondeo.
Otra odisea es la que pasa aquel armador que decide fondear en una playa y bajar a comer a un restaurante o a comprar en un supermercado. Si no existe canal balizado para desembarcar, se arriesga a que le caiga encima toda una lluvia de pitidos, gritos y hasta insultos por parte del vigilante de turno al intentar llegar a tierra con el anexo.
Pero es que en caso de que el carril balizado exista, lo que no le van a permitir es dejar el anexo en el mismo mientras hace las compras o come tranquilamente, con lo que sólo le queda la opción de dejar alguien encargado de llevarse el anexo al barco y llevarle la comida en un “tupper” o quedarse en el barco mirando las terrazas vacías de los restaurantes, que a su vez estarán quejándose de que “los de los barcos no vienen a comer”.
Para acabar de rematarlo tenemos que ya se ha implantado un sistema de pago en Cabrera y que lo siguiente será hacer “de pago” los campos de boyas que se pagaron en su día con fondos europeos del proyecto “Life”.
Por eso, cuando a cualquier político le oigo llenarse la boca con la consabida cantinela de que va a “fomentar el turismo náutico” y que quiere “poner en valor” el carácter náutico de nuestras islas, me tengo que tomar una biodramina.

martes, 16 de octubre de 2012

El Legislador

Publicado en Gaceta Náutica del mes de octubre.

Hace ya muchos años, estudiando Derecho Mercantil en la universidad, oía a mis profesores nombrar con frecuencia la figura del «legislador». Por aquel entonces mi imaginación juvenil me traía a la cabeza la imagen de un señor presumiblemente entrado en años, que conocía a la perfección tanto la realidad social a la que dotaba de normativa como los entresijos de la rama del derecho que desarrollaba.

Al poco tiempo alguien me aclaró que quienes hacen nuestras leyes no son personajes doctos y sabios sino un puñado de políticos asesorados mejor o peor por otro puñado de técnicos. Muchas veces esos técnicos son nombrados a dedo, por lo que no es difícil pensar que el servilismo y el afán por complacer a la mano que les alimenta puede sesgar la elaboración de las normas de manera que se acaben satisfaciendo los intereses de los políticos que vieron la oportunidad de llenar un vacío legal y al mismo tiempo los bolsillos de algún individuo o colectivo.

De esta manera es como aparecen normas como el decreto 11/2011 de 18 de febrero que viene a ser el reglamento que desarrolla la ley 10/2005 de Puertos de las Islas Baleares. Un decreto que vio la luz entre los últimos estertores del anterior Gobierno Balear y que a muchos nos pareció una norma elaborada un tanto precipitadamente por el ejecutivo saliente.
Pues bien, esa norma es la que ha posibilitado que en la asignación de los nuevos amarres de base de la ampliación del puerto de Ciutadella se den situaciones que rayarían lo cómico si no fueran dramáticas para las personas que las sufren.

Para empezar, la norma elimina la prioridad de que gozaban las personas físicas sobre las jurídicas a la hora de asignar un amarre de base. Esa prioridad estaba recogida en el decreto 61/2001 de 20 de abril, derogado explícitamente por este nuevo decreto.
En esa falta de prioridad de los particulares sobre las empresas se ha escudado el actual ejecutivo para ir aún más allá de lo que dice la nueva norma y dar prioridad a las empresas sobre los particulares a la hora de asignar amarres de base. De este modo, del centenar largo de nuevos amarres creados en la ampliación, a los particulares sólo van a ir a parar una cincuentena y el resto se asignan «porque yo lo digo» a diferentes empresas o incluso a particulares que pusieron el barco en lista sexta para ahorrarse los impuestos y ahora, de propina, les ha tocado un amarre sin pasar por la lista de espera.

Para continuar la nueva norma fija como primer criterio a la hora de asignar un amarre de base la adecuación de la embarcación para la que se solicita el amarre a las características del amarre disponible. Esto puede parecer normal a primera vista pero ha provocado de hecho situaciones delirantes.

En lugar de coger al primero de la lista y ofrecerle las diferentes posibilidades de amarre que se han creado, lo que ha ocurrido es que se han quedado sin amarre personas que lo habían solicitado para una barca de, digamos 6,97 metros de eslora porque los amarres disponibles eran de 7 metros de eslora mínima.

En cambio otras personas con embarcaciones mayores pero mucho más retrasados en la lista de espera han podido acceder a un amarre, saltando por encima de otros que llevan más tiempo esperando pero que no tuvieron la suerte de apostar a la eslora ganadora.

Para acabar decir que el segundo criterio de asignación es el de residencia habitual, que el propio decreto indica que debe acreditarse mediante certificado de residencia.

Aquí la norma se revela ineficaz en la defensa del «interés jurídico protegido» que es la preeminencia de los residentes sobre los no residentes. El instrumento de acreditación que fija es demasiado fácil de conseguir por parte de un «no residente» como para ser un medio efectivo de prueba de residencia.

Basta con tener una casa en la isla para que el ayuntamiento correspondiente te expida los certificados que te hagan falta. La solución pasaría por una solicitud de información a las bases de datos de Hacienda y quedaría meridianamente claro dónde reside efectivamente cada solicitante: dónde paga sus impuestos.
De este modo han logrado amarres de base personas que apenas pasan en nuestra isla unos días de agosto mientras que muchos isleños se han quedado con dos palmos de narices.

martes, 4 de septiembre de 2012

Recreativos y Profesionales

 Publicado en Gaceta Náutica de Septiembre 2011

Con el paso de los años he tenido el placer de llegar a conocer a muchos profesionales de la mar que me han llenado de admiración tanto por su calidad humana como por su profundo y vasto conocimiento de la mar.

Algunas de esas personas incluso han protagonizado episodios en los que han arriesgado la embarcación con la que se ganan el pan y hasta su propia vida para salvar la de otras personas en peligro. Pescadores, patrones de embarcaciones turísticas, marinos mercantes y, desde luego, militares y personal de Salvamento Marítimo no se lo han pensado dos veces antes de ayudar a quienes lo necesitaban.

Pero en todas partes cuecen habas y entre los profesionales de la mar, como entre los de tierra, podemos encontrar lo mejor y lo peor de cada casa.

El salir cada día a la mar durante incontables horas, bajo todas las condiciones climatológicas tiene un mérito innegable y puede ser que uno llegue a considerarse más «propietario» de esas aguas que navega todos los días que aquellos que sólo navegan por ellas unos pocos días al año.

Es entonces cuando encontramos comportamientos poco respetuosos o claramente hostiles entre algunos (afortunadamente pocos) profesionales de la mar. Como ejemplo muy frecuente tenemos el de la embarcación de vela a la que una embarcación de pesca obliga a virar in extremis para evitar la colisión pese a tener reconocido el derecho de paso. Somos muchos los que nos hemos encontrado en esa situación y realmente le hubiera costado muy poco alterar unos pocos grados el rumbo o la velocidad unas pocas vueltas para no obligar a una tripulación, a veces inexperta, a realizar maniobras desesperadas con las velas.

También es algo más que un hecho aislado el ver a algunas golondrinas saltarse a la torera la velocidad máxima de los puertos o entrar a poco menos que avante toda en una cala para poder mostrarla a los turistas sin dejar de cumplir el horario que se han impuesto. Poco les importa que su velocidad provoque un violento balanceo a quienes se encuentran amarrados o que los bañistas que encuentran a su paso casi tengan que batir algún record regional de natación para ponerse a salvo.

Lo mismo podría decir aquel crucerista que lleva mucho tiempo haciendo cola en una congestionada gasolinera y se le cuela por delante un profesional con una preferencia difícilmente comprensible.

Antes de que nadie me lo diga, lo voy a decir yo mismo: tampoco los recreístas son inmunes a lo que podríamos llamar malas prácticas estivales. Así nos encontramos con buques de carga obligados a parar en seco en medio de un canal porque un velero ignora las reglas que rigen esos espacios; las omnipresentes quejas sobre las costumbres de las motos de agua y las embarcaciones auxiliares que invaden las zonas de bañistas o los «patrones» que utilizan las boyas de delimitación de zona de baño como boya de fondeo para pasar el día.

No estaría de más que los recreístas nos tomásemos esto de la mar un poco más en serio para ganarnos el respeto de los profesionales. Del mismo modo que sería deseable que éstos entendieran que en verano ya no están solos y que la falta de sentido común que puedan tener otros la tienen que suplir ellos con una mayor responsabilidad y respeto.

lunes, 27 de agosto de 2012

Asambleas Apesebradas


Publicado en La Gaceta Náutica del mes de Agosto
 
La primavera es la época en que en mayor medida eclosionan y florecen la mayor parte de los vegetales de éste hemisferio y, por una extraña coincidencia, suele ser la época en la que se hacen la mayoría de las Asambleas Ordinarias de la mayoría de los clubes náuticos.
Los miembros (con perdón) de la junta directiva, en lugar de mostrar toda la cabeza rodeada de pétalos, al florecer en la asamblea ostentan un único pétalo de colores bajo la barbilla, conocido vulgarmente como corbata.
Estos elementos recurren a las argucias más peregrinas para sacar adelante lo que debería ser una sana rendición de cuentas sobre su gestión en los últimos doce meses y que lamentablemente se convierte en un ejercicio de birlibirloque digno del mejor trilero de las Ramblas.
El procedimiento habitual es no remitir las cuentas de la entidad junto con la convocatoria de la asamblea y así evitar que el socio pueda hacerse preguntas incómodas sobre las mismas con antelación.
Si se cree que se pueden tener problemas al presentar los números, bien por haber engrosado mucho la partida de “Cenas y Jolgorios” (o lo que es lo mismo “gastos de representación, publicidad y viajes”), bien por cualquier otro motivo, se puede intentar adormecer más a la audiencia haciendo que una persona que tenga una voz cadenciosa y la capacidad de dormir a las ovejas, enumere las actividades realizadas en el año como si fuera la lista de los reyes godos. Es mano de santo para apaciguar a los espíritus inquietos y preparará el terreno para el siguiente golpe de efecto.
El segundo acto tiene como protagonista a los “espontáneos”. Me refiero a esos  palmeros incondicionales situados convenientemente para untar de mantequilla a la junta con preguntas tales como “¿Cómo se ha conseguido de forma tan extraordinaria aumentar el número de socios del club?” o “¿Ha sido fácil conseguir que la Federación confíe en esta magnífica junta para la celebración de tal campeonato?”  Con estos elementos alabando continuamente la labor de la junta, como mínimo se sembrará la duda en la audiencia y puede que alguno se pregunte si está realmente en la asamblea de su club o en la de algún otro por error.
Entonces ya sólo queda presentar las cifras a la asamblea en una retahíla interminable e ilegible de filas y columnas con un tamaño de letra diminuto y enumerarlas de la forma más monótona, soporífera e incomprensible posible. Eso dejará al socio medio adormilado y apenas logrará despertarse cuando se pregunte sin vergüenza alguna: “¿Aprobado por unanimidad?” Y ante el silencio y la consternación de los asistentes se repita: “¡Aprobado entonces!”
Al poco rato se habrá acabado la asamblea y los socios empezarán a desfilar cansinamente hacia su casa o hacia el bar del club. La junta directiva se reunirá en la barra felicitándose por la forma en que han logrado lidiar un toro tan difícil mientras el socio anónimo llegará a su casa con la sensación extraña de haber sido sodomizado sutilmente por aquellos que deberían estar gestionando la entidad de acuerdo con los intereses de la mayoría de sus socios.
En algunas ocasiones algún socio se destaca del rebaño aborregado y adormecido y llega a hacer alguna pregunta incómoda a la junta. En esos casos se le hace callar diciendo que no es el lugar o el momento adecuado para esas cuestiones o que se le dará cumplida información el lunes siguiente. Al fin y al cabo el lunes ya habrá pasado la asamblea y ese es en definitiva el objetivo de todo esto: ir cumpliendo asambleas sin que nadie les mueva de la poltrona.
Como siempre tengo que salvar de todo lo que estoy diciendo a la mayoría de los clubes náuticos pero seguro que algún lector se ha sentido identificado en alguno de los pasajes de este artículo. Si es así es que ha llegado el momento de plantearse seriamente si no habría que mirar por encima del pesebre e intentar  cambiar algo a nuestro alrededor.

miércoles, 4 de julio de 2012

Una deuda pendiente


Publicado en Gaceta Náutica del mes de Julio 2012

Voy a dejar aparcada por un mes mi habitual estilo de denuncia ácida y corrosiva para cambiar a un registro totalmente distinto.
No es que se hayan arreglado de repente las cosas que hacen mal nuestros responsables políticos ni que los puertos de menorquines se hayan empezado a gestionar bien de un día para el otro.
Tampoco ha desaparecido el peligro que representa para el conjunto del sector náutico el decreto sobre fondeos que verá la luz en algún momento durante los próximos meses.
Dejo aparcada la denuncia para rendir un merecidísimo homenaje a nuestros regatistas. En los últimos meses los regatistas españoles están demostrando que el silencio mediático en el que está sumido permanentemente el deporte de la vela no se corresponde en absoluto con el altísimo nivel de nuestros deportistas.
Más concretamente me quiero referir a la fabulosa actuación del Team Telefónica en el Everest de la navegación oceánica: la Volvo Ocean Race, en la que han liderado la clasificación durante siete de las ocho etapas disputadas. Han protagonizado remontadas increíbles y solventado situaciones complicadísimas por culpa de las roturas y las propias condiciones meteorológicas. Los hombres han sido más duros que la fibra de carbono y han superado con creces situaciones que parecían insuperables frente a los mejores navegantes oceánicos del mundo.
Ahora, cuando la adversidad les ha asestado un fuerte revés, creo que es de bien nacidos el agradecerles los buenos momentos que nos han hecho pasar durante la regata y algo mucho más importante: la restitución de un cierto sentimiento de orgullo al mirar hacia popa de nuestro pequeño velero y ver que la bandera que ondea en ella es la misma que la que ha ondeado en la popa del Telefónica por todos los océanos del mundo.
Me tendrá que perdonar quien esperase de mí otro tipo de artículo pero creo que ahora que han venido mal dadas para el equipo, no es en absoluto gratuito dedicar esta columna de opinión a apoyar a quienes lo han dado todo durante tantos meses, luchando de tú a tú con los mejores navegantes oceánicos del mundo y superándoles la mayoría de las veces.  
Y tampoco sería justo que dejase pasar la oportunidad de felicitar a otro de nuestros mejores y más completos regatistas que, después de participar con todos los honores en la Global Ocean Race, acaba de ganar el campeonato del mundo de una clase tan competitiva como es el J80. Enhorabuena a Hugo Ramón y al resto del equipo de Van Der Ploeg por hacer fáciles cosas tan difíciles como ganar un campeonato del mundo.
Y comento sólo dos casos porque esta columna debe tener una extensión limitada pero quiero dejar claro que la lista de agradecimientos que deberíamos hacer entre todos no cabría entera en la totalidad las páginas de este periódico.
Y ahora llegan las olimpiadas y volverán a brillar nuestros hombres y mujeres de mar. Y de nuevo su gesta quedará eclipsada por otras noticias que los medios generalistas considerarán más interesantes, como el desnudo de algún integrante de Gran Hermano; la dieta de Belén Esteban o el comportamiento sexual de los gusarapos. 
Por eso creo que toda la tinta que se gaste en hablar de nuestros regatistas será siempre muy poca comparada con su esfuerzo y su dedicación. Deseo que con estas líneas haya contribuido modestamente y aunque sea en una proporción minúscula, a saldar una parte de la enorme deuda de gratitud que tenemos todos con ellos. Enhorabuena y muchos ánimos a todos.

domingo, 24 de junio de 2012

Lo dejamos correr

Después de hacer los trámites y redactar los estatutos de la asociación de integrantes de la lista de espera del Puerto de Ciutadella, he tomado la decisión personal de no tirar adelante con este proyecto.
Una decisión personal basada en dos consideraciones principales. La primera mi propia situación personal, con una empresa consolidándose y requiriendo todas las horas que le pueda dedicar y una famila creciente a la que no quiero dedicarle ni un minuto menos de lo que se merecen.
La segunda consideraciónes que pese a todos los comentarios que se oyen en los bares, pese a todo lo inadmisible que parece la situación y lagestión del puerto, sólo siete personas se han puesto en contacto conmigo para tirar adelante este proyecto.
A la vista de estos datos uno sólo puede llegar a la conclusión de que (salvo las siete excepciones que he comentado)el menorquín es de naturaleza acomodaticia, que espera a que otros le resuelvan sus problemas mientras se da golpes en el pecho en la barra de un bar sin ser capaz de mover un dedo por defender sus propios intereses.
Pues bien, creo que ya he gastado suficientes energías en defender a este tipo de personas y me toca dedicarme a mis propios asuntos y a otros temas que me afecten más directamente.
Me sorprendería mucho que surgieran nuevas voces críticas que se decidieran a defender el interés general por encima del particular porque en esta isla se le teme mucho al conflicto; a enfrentarse con el vecino; y la gente prefiere mantener una apariencia de beatífica imperturbabilidad antes que decir lo que realmente piensan y poner de manifiesto los atropellos que se dan a diario.
Pues bien, no puedo prometer que me calle porque mi naturaleza me lleva siempre a denunciar aquello que clama al cielo por injusto y arbitrario pero lo que no voy a hacer es dedicar algo que tiene un valor incalculable para mis allegados a un número de la ruleta cuyo premio corresponderá a alguien que no es capaz de mover un dedo por sus intereses ni sus principios.
Lo dejo con la conciencia tranquila porque nadie puede decir con razón que me haya beneficiado jamás de mis actuaciones públicas. Los dejo con la esperanza de que si yo no hago esa labor de denuncia, alguien la eche en falta y decida hacerla él mismo. Ya veremos si esta es una isla de potros o de corderos.
Por último quiero dar las gracias a quienes sí han dado un paso adelante y han estado a mi lado en este proyecto y en tantos otros. Muchas gracias por ser fieles a vuestros principios y tener el coraje que hace falta para defender lo que uno cree que es justo en un entorno tan injusto como es el del Puerto de Ciutadella.