viernes, 30 de julio de 2010

¿Interés General?

Adjunto el artículo publicado en la Gaceta Náutica de este mes sobre el giro experimentado por la Autoridad Portuaria en los últimos años.

Hoy vamos a comentar el significado que tienen para algunas administraciones dos palabras: “Interés General”.
En concreto vamos a comentar la actuación de Ports de Balears con respecto a ese concepto.
Este organismo administra y gestiona los cinco puertos calificados como “de interés general” que tenemos en Baleares. En Menorca, durante una serie de años la imagen que teníamos de esta administración era la de un organismo que sí, que estaba allí, que se dedicaba a cobrar algunas tasas no muy claras y que ni ayudaba ni molestaba demasiado.
Los usuarios más inconformistas del puerto de Mahón se quejaban de que la Autoridad Portuaria sólo miraba por los barcos de pasaje y mercancías, dejando de lado las necesidades de los propietarios de las, aproximadamente, 1500 embarcaciones de recreo que amarraban y fondeaban regularmente en el puerto. Seguramente tenían razón, pero nadie promovía ningún movimiento decidido para defender los intereses de esas personas, ya que tampoco sufrían ataques decididos y premeditados por parte de esa administración.
Sin embargo, desde hace unos años, una inusitada efervescencia se ha apoderado de ese antaño anquilosado organismo, sorprendiendo a propios y extraños con sus arranques de febril actividad, no siempre constructiva.
Un buen día nos desayunamos con que se habían comido 20.000 metros cuadrados de lámina de agua del puerto para acondicionar dos nuevas líneas de atraque para barcos de línea. Donde habían aguas tranquilas ahora hay unas ciclópeas moles de hormigón que alterarán para siempre el tradicional perfil de la colársega del puerto de Mahón.
Otro día vimos cómo se trapicheaba con los amarres de la orilla sur, que acabaron siendo concedidos a una conocida y potente empresa para que los rellene de barcos de pabellón extranjero y esloras tales que muchos de los residentes en la isla nunca habíamos visto en barcos de recreo.
Algo más tarde asistimos a una película de espías cuando el anterior responsable del ente fue grabado haciendo de intermediario entre una empresa de un famoso emprendedor y el Club Marítimo de Mahón. El objeto de la negociación eran los amarres que el club había gestionado desde tiempo inmemorial. Tras una serie de capítulos a cada cual más lamentable, los amarres acabaron en poder de la famosa empresa y el club perdió su principal medio de subsistencia. En ese momento muchos empezamos a preguntarnos qué significado tenía realmente eso del “interés general” del puerto de Mahón.
A los ojos de muchos, el adormilado ente público se estaba transformando en una monumental apisonadora que no se detenía ante los usuarios ni ante las entidades ni siquiera ante la propia y milenaria fisonomía del propio puerto.
Claro que no se acabó aquí la cosa.
Condenado el Club Marítimo a la mendicidad y a suprimir sus principales eventos náuticos, la apisonadora continuó descuartizando el puerto de Mahón y mercadeando al mejor postor con los amarres en las orillas norte y sur. En dos grandes adjudicaciones se logró el dudoso honor de echar fuera del puerto a gran número de amarristas modestos que no podían asumir las subidas de precios que los nuevos concesionarios implantaron. Muchos iniciaron el camino del éxodo hacia Fornells, Sant Lluís, Es Grao, etc; donde más tarde también serían expulsados como si se tratase de una casta maldita y apestada.
Una vez el ente acabó el despiece y la venta de la lámina de agua, fijó sus voraces ojos sobre las casas de las orillas del puerto.
Primero arremetió contra las casitas de la zona de “La Solana”, habitadas por gente del famoseo, lo que provocó medias risas en el pueblo llano.
No duraron mucho.
A los pocos días se supo que se había notificado a los habitantes de las casitas de Cala Figuera que sus viviendas serían igualmente expropiadas, pese a encontrarse fuera del deslinde del dominio marítimo-terrestre recientemente aprobado. El mercadeo del agua había dejado paso al mercadeo del suelo y las víctimas colaterales dejaron de ser armadores para ser familias y vecinos.
Qué lejos queda la atrofiada entidad que era plácido retiro de algún político pasado de moda. Qué diferencia con la trituradora de jubilados y modestos armadores que tenemos ahora. Qué formidable oponente para clubes y asociaciones de vecinos y qué fantástico paladín para multinacionales y grandes empresarios.
Justo lo que nos hacía falta en unos momentos como los actuales.

jueves, 29 de julio de 2010

Vela o Paellas

Que la nueva junta del club está más motivada por la gestión de los amarres que por la vela es un secreto a voces.
Pero que en sólo diez meses hayan logrado desmantelar la escuela de vela supera cualquier expectativa.
El equipo de regatas de Optimist se ha desintegrado y de la docena de regatistas que teníamos hace un año, tan sólo acuden tres o cuatro a los entrenos.
Mucho ha tenido que ver el trato que la junta ha dispensado al anterior monitor; una persona empática y motivadora, que se metía a los niños en el bolsillo y conseguía que navegasen más horas que nadie. Los comentarios de los padres y de los propios regatistas así lo atestiguan. Algunos dijeron que si Pablo se iba, ellos dejaban de venir y así ha sido.
Sin embargo eso no ha preocupado a quien tenía que preocupar si dispusiera de dos dedos de frente, e incluso hay en la junta quien prefiere que se vayan todos los regatistas actuales y así poder empezar de cero.
Muy meditado todo.
Parece que la motivación de los regatistas y la calidad de la enseñanza importa menos que el hacerle la ola a los miembros de la junta cuando salen del bar.
Y que conste que no tengo nada que criticar sobre el nuevo monitor, que me parece una excelente persona y un buen profesional. Quizás si le escuchasen un poco más en lugar de a sí mismos las cosas podrían mejorar un poco.
Un punto que también se critica en el muelle es el favoritismo hacia algunos privilegiados cuyos padres tienen barra libre para utilizar los materiales, instalaciones y embarcaciones del club. La pregunta que me ha hecho algún socio es si todos los socios tienen el mismo derecho que ellos para disponer del material del club para hacer a sus hijos un cursillo particular. Evidentemente que este agravio comparativo no contribuye en nada al buen ambiente en la escuela.
La otra clase de vela ligera, el Laser, tampoco tiene buena salud.
El año pasado, los padres de los regatistas dejaron bien claro que para motivar a sus hijos a navegar era necesario un monitor exclusivo para esta clase.
Por nuestra parte encontramos un buen monitor, con un perfil adecuado para arrancar esta clase y con el que los regatistas se sentían agusto.
Ya comenté en su día cómo acabó este otro profesional y lo que opino sobre las formas que se emplearon para deshacerse de él por parte de la nueva junta.
Pues bien, el resultado es que no tenemos monitor de Laser, que el desánimo va calando entre los regatistas y que corremos el riesgo de que la escuela de vela acabe en cuadro.
¿Qué solución hay?
Primero volver a recuperar la filosofía de enseñanza que tenía el anterior monitor y que es compartida en gran medida por el actual. En un mundo ideal, los dos deberían poder trabajar juntos sin interferencias de la junta ni de los padres. Pero como la actual junta entró en la escuela de vela como un elefante en una cacharrería, desmontando cosas que no tienen arreglo, me temo que nos tendremos que conformar con que se metan la trompa en el bolsillo y dejen a los profesionales hacer su trabajo y recoger las piezas de lo que han destrozado.
Otro punto importante es que los padres de los regatistas vuelvan a su sitio.
Su sitio no es la zodiac del monitor, ni el aula, ni tan siquiera el muelle.
Si algunos padres presionan al monitor o dan una clase particular por su cuenta a su hijo, no estamos haciendo nada para crear conciencia de flota, sino todo lo contrario. Sembrando diferencias entre los regatistas recogeremos malestares, envidias, orgullos mal entendidos y falta de cohesión.
Hay que acabar con los privilegios y crear un único método de enseñanza para todos.
Una vez estemos de acuerdo en tratar igual a los que son iguales, tendremos que tratar diferente a los que son diferentes.
El laser es un barco radicalmente diferente al optimist. Empezando por su patrón. El adolescente no tiene nada que ver con el niño y sus motivaciones son radicalmente distintas. El comportamiento del barco también es totalmente distinto y las claves de su manejo no tienen nada que ver con las del optimist.
Si los consejos e instrucciones que se deben dar en una y otra clase son total y radicalmente distintos ¿porqué sólo tenemos un monitor para las dos? ¿Es que el club no se lo puede permitir, mientras se está gastando el dinero en comilonas?
Se ve que las prioridades del club han cambiado mucho en los últimos diez meses.
El clinic de laser que se hizo hace unas semanas estuvo bien pero, para arrancar una clase no necesita solamente un cursillo de fin de semana. Se necesita un esfuerzo contínuo y exclusivo por parte de un monitor que defienda los intereses de esa clase frente a la junta.
Pero además hace falta que esa junta crea en el proyecto que tiene que desarrollar ese monitor. Y aquí es donde volvemos al principio de mi escrito; al famoso secreto a voces al que me refería en la primera frase.

martes, 27 de julio de 2010

SOBRE PARTIDOS Y FUNDACIONES

Hoy en el ABC he podido leer un interesante e ilustrativo artículo sobre la relación entre Convergència Democràtica de Catalunya y el fraude del Palau de la Música Catalana.
Para los que les interese, lo pueden leer aquí:

El caso es que se relacionan ciertos pagos por parte de varias empresas a la institución del Palau, que a su vez habría hecho ingresos cuantiosos a la fundación que financia el partido.
Una de las empresas que aparecen en el informe de la Oficina Antifraude de Cataluña con cierto protagonismo es Ferrovial ¿les suena?
Al parecer, los pagos de Ferrovial al Palau precedían regularmente a las donaciones del Palau al Partido.
Puede que esto tenga algo que ver con el famoso 3% que destapó Maragall en el Parlament catalán en 2005 y que posteriormente se apresuró a tapar de nuevo.
Puede que en Baleares copiemos muchas más cosas de Cataluña de las que salen a la luz pública.
Puede que a muchos políticos de algunos partidos no les llegue la camisa al cuerpo pensando en si el affair catalán podrá ser el detonante que tire de la manta de sus propios affaires baleares.

lunes, 26 de julio de 2010

Menos bombillas pero más dique

Voy a adjuntar un excelente artículo del Diario Menorca de hoy que, no por reiterativo es menos clarificador sobre lo que está pasando en el dique y que yo vengo denunciando desde hace bastantes meses. A ver si alguien toma cartas en este asunto y pone a estos personajes que nos gobiernan en su sitio.

Quiero felicitar al autor del artículo, lector ocasional de este blog, por su excelente trabajo.

Llorenç Allés Camps - Diario Menorca - 26/07/10

Cada vez son más los que ya no permanecen impasibles ante la evolución del dique de Ciutadella. Los abultados números de esta obra empiezan a inquietar a un buen número de personas, cuya intención no es paralizar la obra, sino cuestionar por qué va sumando millones y millones de euros sin ningún obstáculo, y sin que casi ningún partido político alce la voz.

Este periódico hace tiempo que viene informando de cómo el presupuesto real de la obra está cada vez más lejos de aquel que firmaron Ferrovial y el Govern balear de Matas: 50,2 millones de euros. A día de hoy, tal como se informaba esta misma semana, el coste seguro de la infraestructura es de 76,6 millones de euros, y nadie duda de que será superior. Un incremento que arroja dudas más que razonables en algunos de sus capítulos. El último, los 8,4 millones de euros anunciados para la colocación de otros dos cajones en el dique.

Cojan ustedes su calculadora. Muchos conocerán la regla de tres. Para estos dos cajones, Ports ha asegurado que hacen falta 8,4 millones de euros. Ahora hagan memoria. Recordarán que en la estructura original del dique se colocaron 14 cajones de los grandes. Y seguramente también tienen presente que el coste total del proyecto (presupuesto que incluía muchas otras cosas además de los cajones, como explanación de terrenos, construcción de otro dique interior, muelles, etc.) fue de 50,2 millones de euros. Apliquen entonces la regla de tres: si dos cajones cuestan 8,4 millones de euros, 14 deberían costar... ¡58,8 millones! Algo aquí no cuadra.

Y es más. En la última inyección de dinero público en el dique, Ports incluyó cuatro millones de euros más para actuaciones en la infraestructura. Y lo hizo con la boca pequeña, sin anunciarlo de antemano. Este periódico desveló el miércoles que alguna de estas obras que ahora se incluyen ya estaban previstas en el diseño original del dique, y se adjudicaron a Ferrovial. Después, estos proyectos desaparecieron cuando Miquel Àngel Grimalt (conseller de Medio Ambiente con Unió Mallorquina) y Ferrovial pactaron un modificado del proyecto que rozó el máximo legal. Es como si se hubiera tenido que aligerar la carga de obras para encajarla en el límite legal y ahora se estén colando mediante proyectos complementarios que, al fin y al cabo, acaban siendo ejecutados por una empresa que, conviene no olvidarlo, llegó a pedir 93 millones de euros para acabar las obras. Esta teoría se está cumpliendo con la concesión, por ejemplo, de un millón de euros para dotar de servicios como luz y agua al dique. A mí que alguien me explique cómo pensaban en Ports que un puerto iba a funcionar sin estos servicios básicos.

Otra de las dudas que rodea el dique ya fue expresado por un servidor hace casi dos meses, y desde entonces nadie ha aportado ninguna información. A finales de mayo, Ports aseguraba haber pagado ya el 95,5 por ciento del coste de la obra (sin contar los nuevos cajones ni las obras complementarias anteriormente citadas). Eso implicaba que restaban por abonar solamente 2,6 millones de euros, con los cuales Ferrovial tenía que acabar la obra. Muchos dudaban que eso fuera posible contemplando el estado de la obra. Y aun a día de hoy esto parece aún más imposible. Por eso, algunos sospechaban que las obras del dique recibirían más dinero público, y acertaron. Ante esta realidad, la pregunta es obligada. ¿De qué sirve tener un presupuesto cerrado, como lo tenía el dique, si se le van añadiendo millones y proyectos complementarios con tanta frecuencia que a uno ya le cuesta saber cuánto se lleva gastado y, sobre todo, cuánto se gastará al final?

Porque no hay que olvidar que al dique de Ciutadella aún le falta una estación marítima que, tal como informó este periódico en mayo, será reducida. Y también faltará la adaptación para que lleguen los cruceros, y el vial de salida de Son Blanc. Estos días, las quinielas sobre el coste final del dique son muchas. Algunos dicen que se va a llegar a los 93 millones que pedía Ferrovial. Otros aseguran que se van a superar, y los más pesimistas apuntan hacia 120 millones de euros. ¿Les suena una obra que se adjudicó por unos 50 millones de euros, y que al final acabó pasando los 100? Una pista, sucedió en Palma.

Expresar las dudas sobre el sobrecoste del dique no significan que se quiera parar el proyecto, como muchos aseguran. En tiempos como los actuales, en que son muchas las entidades que ven recortadas sus subvenciones, funcionarios con nóminas reducidas, y proyectos que no se pueden ejecutar por falta de dinero público, una obra que recibe millones y millones por encima de su presupuesto debería ser centro de atención. Y por eso sorprende el silencio de los grandes partidos. Nadie protesta, todos acatan. ¿Cómo pueden estos políticos obligar a algunos centros de salud, como me consta, a quitar fluorescentes de sus luminarias para ahorrar dinero, y en cambio aportar euros y más euros a una obra pública y, sobre todo, sin que nadie pida control?

Que nadie dude que el dique va a seguir adelante, y deseo que así sea, pero las preguntas sobre este proyecto se van acumulando, y nadie ofrece respuestas. Algunas ya apuntan a futuras nuevos proyectos complementarios en el dique, y las teorías que se manejan asustan.

miércoles, 7 de julio de 2010

Dejen Paso

Artículo publicado por La Gaceta Náutica de este mes.

A lo largo de la dilatada historia de los clubes náuticos, las circunstancias en que se han visto envueltos han sido muy diversas. Los retos que ttuvieron que afrontar esas entidades en sus inicios provocó que las personas que podían dirigirlas con éxito tuvieran un perfil determinado. Así se valoraron cualidades como el reconocimiento social, el estatus, los contactos políticos, la capacidad de recabar financiación, etc. Todas estas cualidades eran necesarias para resolver los retos de la época, tales como construir infraestructuras (locales sociales, amarres, rampas, etc.), lograr concesiones administrativas, subvenciones, etc.
Afortunadamente para ellos, los problemas con que se enfrentan los clubes de hoy en día tienen menos que ver con su supervivencia económica. Las sedes sociales ya están construidas, así como los varaderos, grúas, rampas y pantalanes. La disponibilidad de amarres les permite tener una fuente de ingresos que financia su actividad deportiva y social con mayor o menos desahogo. Esto les permite tener una dependencia mucho menor de las subvenciones públicas, lo que abre directamente la puerta a la despolitización de los clubes.
Por otro lado, las asociaciones de clubes han logrado abrir un canal de diálogo con las administraciones que permite la defensa de los intereses de los clubes sin la desproporción de fuerzas que siempre ha existido y que desemboca inevitablemente en un clientelismo lamentable.
El gran reto de los clubes hoy en día es el reto deportivo. Cuesta mucho motivar para la navegación a la juventud de hoy en día. Los valores del sistema “esfuerzo-recompensa” se han ido perdiendo en beneficio de la imposición de la ley del mínimo esfuerzo; la famosa “cultura” del pelotazo.
Esta situación con tremendos retos a nivel deportivo, menor dependencia de la administración y cierta independencia política abre la puerta para la aparición de un nuevo tipo de directivo diferente del sonriente “apretador de manos” con chaqueta cruzada azul marino y gorra de capitán.
El nuevo directivo de club debe ser alguien que conozca la base del deporte y su situación actual; que sea capaz de crear un buen ambiente de trabajo a su alrededor y que conozca en primera persona las necesidades de los deportistas.
El habitante permanente del bar y de la sede social debe dejar paso al regatista “de muelle”con inquietudes y capacidad de motivación y gestión.
El lobo de bar debe ser sustituido por el lobo de mar.
El reconocido empresario “compadre” de los capitostes políticos locales debe ser sustituido por el regatista de integridad indiscutible, capaz de animar el ambiente de la flota y de resolver las disputas con equidad y conocimiento de las normas y de los entresijos del deporte.
El “recogedor de reverencias” cuyo estatus debía ser reconocido por socios y empleados a cada paso que daba por los pasillos del club, debe dejar paso al directivo joven al que no hace falta mirar desde abajo; que escucha con interés sincero las propuestas de los socios, personal y regatistas.
La primacía de las “familias con solera” en la dirección del club debe dejar paso a caras nuevas con ideas nuevas, con menos ganas de cenar y más de trabajar desde la base.
En algunos clubes ya se han dado pasos importantes en la dirección de desmitificar el aura de “casta” impenetrable y rancia de sus directivos y se han empezado a ver cómo personas sencillas, amantes del deporte ocupan sillones que antes estaban reservados a una selecta minoría. Una selecta minoría que no siempre era capaz de compatibilizar sus intereses políticos, económicos y sociales con los intereses deportivos y sociales del club.